jueves, 27 de marzo de 2008

La villa ... la Villa de Leyva

8 horas desde Manizales a Bogotá, 3 horas a Tunja y 40 minutos a una pequeña Villa. Solo 110.000 pesos en transporte (ida y vuelta) son suficientes para conocer la famosa Villa de Leyva, ciudad famosa, de casas blancas con portones y balcones verdes.
Llegar a ella es sentir el viento frío que envuelve las montañas que la rodean mezclada con el calor de la mañana. En ella hay hoteles que varían en su costo, pero lo mas barato que se puede tener es llegar a una zona de camping a dos cuadras de la plaza principal, 8.000 pesos la noche (con baño, duchas, cocina). El camping en la zona rural es una buena opción ya que por día se puedes hacer varias salidas o recorridos, partiendo siempre desde el centro. El clima: extraño, parece asesino, atacante, encima, con sus nubes, ojos de las montañas siempre recorriendo las cuadras, oscureciéndolas y tornando casas blancas en grises, y portones verdes en negros. El viento, protector, ahuyenta estos ojos para darnos tiempo de disfrutar un poco mas de la alta cordillera que abraza el sitio.

Llegar a su plaza es impactante, la imagen que se ha visto por tantos años en revistas, periódicos, noticieros opaca nuestros pensamientos y ofrece un toque de nervios a nuestros ojos. La infinita red de piedras de su suelo encaminan la mirada hacia su iglesia intervenida por una fuente central, asientos naturales de roca a su alrededor, y como siempre, la montaña abrazante atrás. Evoca imágenes y recuerdos de las grandiosas playas de Tayrona que siempre con su montaña atrás, no puede existir, montaña absoluta sin importar el nivel de oscuridad.

El deseo instantáneo era ver la ciudad entera con una sola mirada, y la opción estaba en esa montaña, con un camino marcado hacia una estatua blanca en lo alto. Empieza pues el "peregrinar" hacia ese punto, único a simple vista para ver el área en su total dimensión. Polvo, sol, agua pasaba por nuestro lado, y empezabamos a encontrar un poco la forma a la estatua arriba, y abajo la ciudad se veía mas pequeña. A los minutos, se encontraba "El Santo", cuidando a la villa, presente allí día y noche.


Desde allí, se ve el horizonte, con mas sitios, mas colores y caminos. Muy cerca, el lugar donde, para nuestros antepasados, nació la humanidad: la Laguna de Iguaque, de allí podría empezar otro recorrido, otra historia, pero tomaría mucho internar al visitante virtual al poder físico y mental que se puede alcanzar en las 3 horas que dura el ascenso a la Laguna. Será en otra ocasión.

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Santiago Marín Pineda
2008